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Aquel concierto del verano de 2002

Publicado: 2020-02-26

Verano de 2002, la cita era en el ex “Más Allá” de Barranco, local al cual le habían cambiado recientemente de nombre a “D Fashion” para mofa inmisericorde de muchos puristas. El concierto prometía, ya que, al menos para aquel extraño verano, iban a presentarse grupos hardcore y punk bastante buenos. Estaba próxima a producirse la “explosión” del rock nacional, la aparición de gran cantidad de grupos de diversos estilos musicales, los festivales masivos que se sucederían cada fin de semana, así como el redescubrimiento de los grupos que muchos consideraban de culto. Un año antes, los programas “Ave Rock” y “Zona 103” por Radio Nacional, me permitirían descubrir grupos que formarían parte de mi vida y de miles de adolescentes y jóvenes en los años venideros; justamente algunos de esos grupos se presentarían esa noche. 

El “D Fashion” quedaba en el mismo boulevard de Barranco; caminando como quien viene del parque central se volteaba hacia la diestra y había como un pequeño patio, hasta llegar a un segundo piso. Fui uno de los primeros en hacerme presente, constatando que había poca gente aún, increíblemente se habían colocado sillas como si los asistentes nos dispusiéramos a ver una película o a apreciar una obra teatral. La primera banda en tocar, no la volvería a escuchar jamás (felizmente); es así que llego un grupo de muchachos con aires de “rock star” acompañados al parecer por casi toda su familia y amigos quienes vendrían a festejar hasta la más mínima simpleza realizada. “No tenemos vocalista, pero igual escúchennos, jajaja” pronunció la primera guitarra sin encontrar respuesta del respetable con el cual no compartían un lazo consanguíneo o amical. Al no poder aguantar su aburrida y mal elaborada música instrumental, me dirigí a comprar unas cervezas por lo que enrumbe hacia la tienda más cercana; al bajar las escaleras noté que empezaban a llegar más personas, portando polos de Bad Religión, Agnostic Front, Misfits y hasta Descendents y alcance a escuchar indirectamente las conversaciones no sólo de quienes recién llegaban, sino también de aquellos que se habían quedado en el patio interior y al igual que yo, no soportaban una banda tan mala. Llegue así, a oír a cuatro chicos bastante indignados, hablar de que la prensa local parecía hacerle un conveniente cargamontón al entonces presidente Toledo; discusiones dentro de un grupo de pares mixto, donde sobresalían dos chicas una con un polo de Eskorbuto y otra con uno de Pixies, quienes debatían sobre quienes fueron los verdaderos autores del atentado de 11 de setiembre norteamericano (pues recordemos que el primer 11 de setiembre fue el del Golpe de Estado en Chile) producido hace algunos meses y también a tres chicos , uno de ellos con un polo bastante viejo que decía: “No a la Dictadura”, quienes conversaban sobre que pensaban hacer por los 10 años del Autogolpe de Fujimori. Al salir del local, vi que llegaba más gente, algunos de mi edad para aquella época y más jóvenes aún, vi así a chicos portando polos de Blink 182 con la imagen del célebre conejo, a otro con peinado mohicano mostrando orgullosamente uno de Fénix TX y a una chica con apariencia dark pero que tenía uno de Lagwagon, polos que vería con mayor recurrencia en los meses y años venideros. Entre ellos aparece un chico con mirada fija, producto no solo de sus ojos saltones, sino también del alcohol y otras sustancias, pelos parados (no mohicano), cara de estar próximo a tener un ataque de epilepsia, a quien ya había visto antes en otros conciertos, algunos le llamaban el “armapogo”, pues cuando la gente estaba estática ante el sonido de la música o cuando solo movía la cabeza acompasadamente por temor o complejo, el iniciaba esa danza tribal posmoderna con un ritual al que acostumbro a todos lo que solíamos ir a aquellos conciertos de inicios de siglo: moviendo el puño cerrado de su mano derecha en pequeños círculos y danzando estrepitosamente en el contorno de la gente que yacía parada escuchando el concierto, mirándolos con los dientes apretados e invitándolos a formar parte del desorden.

Me dispuse a comprar pronto las cervezas (la otra era para mi acompañante) y regrese a paso ligero al local para percatarme que en el escenario estaba Paranoia, quienes estaban ultimando detalles para la performance a realizar; ante la demora en iniciar, alguien gritó por ahí: “Toca pues carajo”, ante lo cual, uno de los integrantes replicó: “Espérate pues carajo”. Ya poca gente seguía sentada, la mayoría se encontraba de pie. Al sonar las guitarras, la mayoría de espectadores solo atinó a mover la cabeza; fue con el tema “Días Oscuros”, canción que relataba los acontecimientos de la Marcha de los 4 suyos, con la cual la gente inició el pogo, las sillas fueron retiradas, por no decir lanzadas, y empezó, por un mínimo lapso, el desbande. Sin embargo, al poco tiempo la gente se detuvo, con lo que el “armapogo” se puso a danzar por el contorno de la gente con cara de endemoniado y moviendo la cabeza frenéticamente. El local empezaba a llenarse más, por lo que opté por sentarme en las sillas que quedaron pegadas a la pared para desde ahí apreciar el concierto hasta esperar la presentación de los grupos que más me gustaban. Pronto regresaría el pogo (no las vueltitas que aparecerían meses más tarde) con la canción emblemática de Paranoia: “Borrego”, la cual decía textualmente: “Borrego vacío, borrego de mierda, gritas en plazas con banderolas vistes polos del Che y no sabes quien mierda fue”. Para ese momento subió la temperatura, por lo que quien parecía el organizador (con un parecido significativo al vocal de los Mojarras) abre compulsivamente las enormes ventanas de apariencia virreinal, gente cae al piso producto del desorden, una billetera sale volando así como una gorra.

Luego solo silencio y definir detalles para la aparición de una banda cuya canción emblemática escucharía por primera vez en 1996: 6 Voltios. Sin los reparos, aversiones y ojerizas que despiertan ahora entre varios, para esa fecha era un grupo bastante querido entre mucha gente que veía al punk nacional como algo más que música; y si bien, a pesar que se trate propiamente dicho de pop core, para esa fecha nos hacia sonreír y bailar, así como olvidar momentáneamente los problemas. Había visto a los voltios por primera vez en 2000 en el Florentino, en un concierto de Futuro Incierto. El 14 de setiembre del 2001, presentaron su segundo CD (o casete también para aquellas épocas) “Generación Perdida”, teniendo como teloneros a Kaos y Desorden, quienes también tocarían en el concierto que venimos narrando. Recuerdo que esa noche en “D Fashion”, Alexis y compañía tocaron por primera vez “Lucas”. “Ya me canse de hacerle canciones a las hembritas, así que ahora le hice una a mi perro”, señaló. En 2012 en el “Lima Vive Rock”, la volvería a tocar para decir que su perro se estaba muriendo, canción con la cual también abriría su presentación en el “Inmortal Rock 4” a finales del mismo año. Volviendo al 2002, interpretaron también “Nunca te quise fallar”, para “todos los chicos solitarios” como el mismo anuncio: “Solo”, “Atahualpa” entre otras. La última canción interpretada fue, para variar, “Wirito”, una de las canciones iconos del rock peruano (aunque a muchos les cueste aceptarlo) canción con inspiración en “La Guitarra” de los Auténticos Decadentes. Al terminar su presentación, se dispuso a regalar casetes de su última producción, algunos hasta se abalanzaron por conseguirlos, un casete que era de mucha menor calidad que el anterior, producción que tenia canciones como “Madurar”, “Televisión” “Chicas Tontas” y también “Vainilla”, el himno de muchos “chiboleros”. Justo unos meses antes, en 2001, habían presentado este disco en el Centro Cultural Ricardo Palma de Miraflores, regalando polos alusivos al concierto para las primeras 100 personas en llegar, polos que tenían la imagen de un Sith (personaje de gran poder y maldad, seguidor del Lado Oscuro de “La Fuerza” en “La Guerra de las Galaxias”) donde decía “La amenaza fantasma” y los nombres de las bandas que tocaban en aquel concierto.

Volviendo al concierto en “D Fashion”, luego de 6 voltios, fue el turno de Cotarro, banda hardcore punk que escuché por primera y única vez, sus canciones, cuyas letras no recuerdo, sonaban de lo mejor. Ese mismo año, la banda participaría en un disco tributo a Yola Polastri, pero que ante la tristemente célebre frase de la animadora: “Si no están Pedro Suárez o Libido no me interesa” se cambió el nombre a “Tributo a la Niñez”. Tienen un tema ahí llamado: La Sin-Sin. Esa noche, Cotarro hizo que la gente moviera con furia la cabeza y que algunos se animaran a pogear. Llegó el turno ahora para Kaos y Desorden, una de mis bandas favoritas en ese entonces y ahora; meses antes los había escuchado en un concierto en ese mismo lugar donde, para variar, tocaron con 6 voltios, Paranoia y Los Ácidos. A su vez, en la presentación del disco de 6 voltios en Miraflores, señalado líneas arriba, tocaron muy bien, sin embargo, como olvidar el particular estado de uno de los vocalistas producto del alcohol o drogas, creo que era Cesar Silva quien, entre canción y canción, contaba sus desventuras amorosas, llegando inclusive a amenazar a uno de los espectadores con golpearlo (hasta ahora no entiendo el porqué, pues todos estábamos casi mudos disfrutando la presentación del grupo), por lo que, después del concierto Silva se dirigió a las butacas superiores a buscar al “infractor” pero felizmente fue retirado por sus amigos. Ese mismo año (2001) en una presentación en Radio Nacional, ya como trío, Kaos y Desorden interpretó temas como “Más allá de lo que ves”, “Estando Lejos” (hermosa canción) y “A pesar”, que luego también tocaría Zevende, la nueva banda de Silva. Queda para el recuerdo, que aquella vez en Radio Nacional, en el programa “Ave Rock”, los Kaos se habían preparado para tocar solo 5 canciones, por lo que ante la solicitud del conductor Piero Bustos de interpretar una sexta, repitieron su primera canción. Esa noche de 2002, la danza fue buena, la gente ya más contenta saltaba y coreaba las canciones, en ese ya pequeñísimo espacio en que se había convertido el “D Fashion”, local que ya estaba abarrotado y donde al pegajoso calor limeño se sumaba el propio calor que generaba el saltar al unísono con canciones como “Un sentir”, “Sin Memoria” y las infaltables “Estando lejos” y “A pesar” canción esta ultima que provoco un fuerte y merecido pogo.

Era ya más de la medianoche y se alistaban los ex G3, con su banda “nueva”: Inyectores. El video de su canción “Poder Volar” se emitía con recurrencia un año antes por “Distorsión” , programa de rock nacional a las 5 pm por Televisión Nacional del Perú, conducido por el ex Guerrilla Urbana, Pedro Cornejo Guinasi, quien años después sería jefe de práctica de Filosofía en la Universidad Católica. Esa noche era para todos G3, tanto para sus eternos seguidores (quienes lamentaron su adiós un par de años atrás en un ya mítico concierto de despedida junto a “Por Hablar” y “Futuro Incierto”) como para aquellos quienes los veríamos por primera vez en vivo. Mucho me habían hablado de los G3, ya sea cosas buenas como malas, respecto de lo último me dijeron que eran los eternos pitupunks (adjetivo muy manoseado en los 80s), que no ponían en práctica lo que cantaban o que eran rebeldes de fin de semana; más allá de las criticas para aquella fecha estaba muy ansioso por escucharlos, fue así que los vi lentamente subir al escenario, resaltando la figura del siempre polémico Gabriel Bellido con un cigarro en la boca quien saludaba al público. Ha pasado tiempo ya, solo recuerdo algunas canciones que realmente me hicieron volar. “Mayoría equivocada” me hizo saltar al pogo de inmediato: “Mayoría equivocada, mayoría alienada, mayoría de mierda”, se escuchaba a todo pulmón, tan así que mucha gente que se encontraba por las inmediaciones del local, volteaba a mirar aquel segundo piso de donde salía esa “extraña” música. La gente saltaba, gritaba, disvariaba, el “armapogo” se subió a una silla desde la cual saltó furiosamente, para ser alzado en brazos. Luego de esta canción, la gente empezó a corear el clásico coro, valga la redundancia, de G3 (ese mismo que está en la célebre canción “Antisocial”), ante lo que Gonzalo Farfán pronuncio bromeando y poniendo cara de extrañeza: “¿Qué es eso? jajaja”, para inmediatamente tocar una de las mejores canciones del rock peruano: “Presión”. En ese momento, todo en la banda coordinaba perfectamente, la batería cual metralleta a cargo de Gerardo Rojas (quien en 1995 conducía “Hard Head” programa metal en Canal 33), la energía de Ricky Noriega (ex Futuro Incierto) la fuerza de Bellido y la voz rebelde de Farfán, hacían que la noche fuera sublime: “!Nada me cambiará (¡Nada!), yo seguiré igual (¡Siempre!). Nunca me impondrás (¡Nunca!) tu modo de pensar!” resonaba a todo pulmón, canción que, según los entendidos, es una indirecta a Eutanasia, hizo que la gente estuviera más loca y más extasiada que nunca, el pogo era tan fuerte, que parecía tener vida propia, haciendo que regrese involuntariamente hacia mi silla sobre la cual me pare para no perderme detalle alguno. Casi todos los grupos que habían tocado se habían quedado a ver a Inyectores, el rostro con la boca abierta de Mauricio Lona ante tanta fuerza desplegada, sin saber que pocos años después sería su baterista, era la postal de todos: Emoción y Shock total. Siguió de ahí la poderosa “Gris” y sin descanso alguno, varias canciones de Inyectores para cerrar el concierto con “Poder Volar” recientemente rotando por MTV, ante un mar de críticas por parte de muchos. “Este video esta en MTV, fue un puto mal necesario” enuncio el ex Beat-Sudaka (época en que MTV dejaba de pasar buena música para empezar con la basura de Britney Spears y demás). Maravillosa canción que hizo que el local explotara, gente saltando encima de otra, pogo más veloz y violento aun, gente cayéndose y levantándose, euforia colectiva y la comunión de gente nueva y vieja, los que estuvieron en los 90s, que se retirarían pronto para los que éramos relativamente recientes, juntándose generaciones distintas y diversos puntos de vista frente a la escena, frente a la realidad, unidos por la música. Al finalizar el concierto, el abandono del local fue lento cual procesión pues la única estrechísima escalera del mismo lo ameritaba.

Ese concierto, significo para mí el fin del punk peruano como fenómeno subalterno, no subterráneo como en los 80s, sino como el punk dirigido a un grupo de personas realmente interesadas en esta especie de movimiento, personas que se averiguaban los conciertos a realizarse más que por la incipiente Internet de entonces, porque para aquella fecha no existían tantas paginas de rock y menos aún dedicadas al rock peruano como ahora, por las pegatinas en las paredes, los dichos de amigos, la curiosidad desmedida o el “radio bemba”, el punk dirigido hacia muchos quienes veían este movimiento como algo más allá de lo musical ya sea desde lo cultural, contracultural, contestatario y político. Pocos meses después de ese concierto, se produciría el “boom” del rock nacional con la seguidilla de conciertos cada fin de semana con las mismas bandas que parecían repetirse eternamente, la aparición de nuevas bandas punks, o eso decían ser, con canciones tan fresas como sin sentido y la transmisión en señal abierta del programa “Radio Insomnio” de Sergio Galliani en Frecuencia Latina que vendría a hacer más conocidas a las bandas, llevando a otras a un seudoestrellato, haciendo en general que llegaran a sectores de los más diversos. Bien por las bandas y sobre todo para sus managers, sin embargo, a partir de ese año nada volvería a ser lo que fue. La “escena” se masificó, atrayendo a gente que veía más el “ser punk” (expresión con alta carga subjetiva eso sí) como una moda de la vestimenta o una falsa rebeldía “alpinchista” no habiendo gran diferencia entre asistir a un festival o ir a un discoteca a bailar reggaetón. A fines de ese año, habría un concierto denominado “Rock de fin de año” organizado por “Botas Negras producciones” en diciembre, pero más bien se sentía como que se producía en octubre y específicamente 31, pues parecían todos estar disfrazados y asaltados por un supuesto “fashion punk”. Queda para la anécdota, el saqueo que hubo luego de la no presentación de Leuzemia.

Avance esa noche de hace más de una década, rumbo a mi casa, mi compañera de entonces también había quedado maravillada con el concierto, “Que bandazas, ojalá siempre toquen” me dijo… y fue así, no obstante, Paranoia desaparecería años después, al igual que Cotarro, los 6 voltios nunca pudieron superar su primer CD y el vocal, tal como quedó demostrado en el “Lima Vive Rock” 10 años después, parece haber quedado detenido en el tiempo pues hablaba los mismos temas superficiales que cuando tenia 18 años, Kaos y Desorden tocó intermitentemente aunque siempre con su energía característica, haciendo un muy buen concierto en 2012 en donde se reencontró gente que los seguía desde hace mucho. Inyectores tocó durante toda la década, en bares como “La Noche”, en festivales, como el de 2003 en el “Huaralino” donde llego a tocar con Por Hablar y Futuro Incierto, con DRI, Ataque 77, Boom Boom Kid y en 2009 y 2013 con 2 Minutos. Musicalmente es impecable, sin embargo, Farfán me hace recordar mucho a Castañeda Lossio: es mudo en el escenario, pareciera que viviera en una burbuja, pues nunca se pronuncia sobre nada, legado que lamentablemente heredaron muchas bandas.

Recuerdo aún esa noche de verano, al alejarme del ensordecedor ruido del boulevard y caminar cerca al Tren de Barranco (el abandonado), sentía aun resonar en mi cerebro ese fragmento de “Poder Volar” que decía: “Ojala no tuviera memorias atrás” y es que once años después de aquella fecha y a pesar del tiempo transcurrido, aún recuerdo esa madrugada emocionado, extasiado, me transporto y me veo a mi mismo mirando hacia el futuro y soñando con una escena que vaya más allá de lo musical, de lo estético, del vacilón de fin de semana, del fácil recurso por parte de los grupos a decir lisuras sin sentido en lugar de expresar su opinión respecto de la realidad; avizoraba una escena en que la música sirva como resorte para que los espectadores o consumidores puedan interesarse en diversos temas, conocer otros puntos de vista, otros modos de pensar, en cuestionar la realidad de un país como el nuestro y el cuestionarse a uno mismo, en fin en ver “Más allá de tus ojos” como entonaba Futuro Incierto; quizá pedía mucho y tal vez se me aplicaría perfectamente la canción del también Futuro Vegapop: “Soñador” la cual dice: “Hey, Soñador despierta, mira la realidad” y esta realidad fue bastante triste ese mismo 2002 a finales de año y lo fue también 10 años después en el “Inmortal Rock 4”, pues parecía que el tiempo no había transcurrido entre esos dos diciembres, entre el Inmortal y el “Rock de fin de año”, evidenciándose la ausencia de discursos y si los habían, no pasaban de unas lisuras que intentaban demostrar una supuesta rebeldía así como el anuncio de más y más conciertos.

Aquel 2002 y ya dispuestos a ir a nuestros respectivos hogares, mi compañera de turno me invita el ultimo sorbo de su lata de cerveza: “Esta caliente”-me dice, a lo que añade con rostro de preocupación: “Vámonos, ya es tarde”. 

Emprendiendo la retirada, además de toparnos con muchos ebrios, lo hacemos con el “armapogo” quien me mira y me dice: 

–Bien ahí chino, pero no te pases pues, la próxima vez sácate los lentes al poguear.

 Sonrío y le contesto: 

–Así será causa… !nos vemos en el próximo pogo!, ante lo que sentencia alzando la voz como lanzando una proclama con aires de inmortalidad y atrayendo la atención de quienes circulaban por el lugar: 

¡Claro que si carajo, porque esto jamás, jamás morirá!

Y al menos, por ese pequeño instante, quise creer que efectivamente así sería.


Escrito por


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Pavel Munoz Ayona

Tan pretencioso como tú.