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Cultura swinger

Publicado: 2016-07-18

Llama la atención que aún mucha gente se sorprenda con el intercambio de parejas; perciben esta práctica como prohibida, alocada y hasta pecaminosa, partiendo de la premisa del amor como propiedad: “Es mi marido”, “mi novia”, “mi señora”, lo cual puede hasta cierto punto ser explicado al desenvolvernos en una sociedad monogamica que perenniza el amor romántico. Así, desde niños, seamos mujeres o varones, escuchamos reiteradamente por parte de muchas personas que algún día llegará “nuestro complemento”, “la media naranja”, “el amor de nuestras vidas”. 

Claro que esto es totalmente irreal-tanto en lo teórico como en lo práctico-no solo la enorme cantidad de separaciones de hecho y de divorcios lo demuestra, sino también la gran insatisfacción que experimentan muchas parejas que llevan varios años juntas, debido esto a diversos factores como la rutina, el trabajo, los hijos, las cuentas por pagar, los estudios, etc.

Ante este panorama, teñido con el aburrimiento y la costumbre, tanto mujeres como hombres deciden cometer adulterio a través de un/a amante o a un/a amigo/a con derechos, quienes no solo les brindan sexo, casi inexistente en muchas relaciones largas, sino también emoción y adrenalina, las cuales no son fáciles de encontrar en la vida diaria.

Por otro lado, resulta una verdad evidente que unir nuestras vidas a la de otra persona equivale a morir un poco, pues sacrificamos uno de los derechos más valiosos que puede tener el ser humano: la libertad.

No hay nada más preciado que tener la libertad de elegir y si bien decidir convivir o casarse forma parte de la libertad de elección, la consecuencia, aunque suene a perogrullada decirlo, es suprimirla, pues solo podrás “amar”, y por tanto tener sexo, con la persona que elegiste para el resto de tus días.

Si bien la cultura swinger no abandona completamente la premisa del amor-propiedad, va un paso más adelante al permitir una especie de “préstamo consentido”, donde rige el respeto y la conciliación, pues es la pareja como conjunto la que decide tener relaciones sexuales con otra, luego de dialogarlo y analizarlo. Claro que esto no equivale a una cita de parejas a ciegas pues los contactos iniciales se producen la mayoría de veces a través del internet, donde pueden intercambiar información a todo nivel a fin de tomar una adecuada decisión.

El swinger se convierte en una práctica para muchas parejas que deciden permanecer juntas, casadas o conviviendo, pero que acuerdan variar de compañero/a sexual cada cierto tiempo; practica que va en aumento, a pesar que continúa siendo un tabú, y que conlleva la sinceridad puesto que ambos comunican abiertamente sus inquietudes en pos de tener nuevas experiencias, cuyas consecuencias terminan siendo, en la enorme mayoría de los casos, más que satisfactorias.


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Pavel Munoz Ayona

Tan pretencioso como tú.