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El racista Galliquio

Publicado: 2016-02-28

Programas como el Negro Mama o la Paisana Jacinta muestran cuan fuerte se encuentran interiorizados los estereotipos, no solo en el creador de ambos, sino, en el público objetivo quien con su preferencia alimenta estas series y refuerza las visiones que se dan por sentadas a las personas que podrían calzar en el prototipo de los personajes. Cabe señalar que el racismo impregna no solo los medios de comunicación “oficiales”, sino también los alternativos, muestra de ello era el semanario de humor noventero “Chesu” -que retorno en el nuevo siglo- y el reciente “El faenón”. Sin embargo, en tales publicaciones los chistes discriminatorios ni son tan comunes ni siguen un hilo conductor como en otra que descubrí hace algunos años en una feria de fanzines titulado “La Mosca” de autoría de Juan Galliquio. En ella, se presenta al personaje del “Negro Alacrán”, un afroperuano que vive en el distrito de la Victoria en Lima, Perú, y en el que recaen muchos de los estereotipos que históricamente han sido asociados a este sector de la población. El mismo nombre “Negro Alacrán” es eminentemente despectivo; así el personaje no tiene nombre, al referirse al mismo se le llama por la raza a la que pertenece o para relacionarlo con el prejuicio de que los afros son sucios y peor aun que huelen mal, pues “alacrán” dentro del habla popular equivale a “axila de mal olor” por lo que el nombre realiza la prejuiciosa relación negro alacrán=negro cochino. Así, en el tercer número de “La Mosca”, en la historieta “Perro héroe al rescate”, cuando Lito, el Perro -un perro humanizado y mundano- defiende a una chica de ser violentada sexualmente, uno de los agresores le increpa: “Será mejor que te largues o tú serás el próximo en ser violado” y enseguida refiere: “Y eso también va para tu mascota”. Resulta bastante extraño que ante la presencia de dos personajes, uno humano (el “Negro Alacrán”) y otro humanizado (Lito el Perro) a quien se trata de mascota es al primero y no al segundo. 

Por otra parte, en la misma edición, tenemos otra historieta que tiene a un afro como protagonista, la cual tiene como título “The Black Man Blues”, traducido, “El blues del hombre negro”, donde figura como interprete “El Negrito Joe”, otro personaje afrodescendiente, cuya canción que repite tiene como estribillo principal un contenido que afianza su pertenencia a una raza determinada, además de su invisibilización: “Oh mamá, mamá, soy un negrito del blues, oh mama, soy un negrito del blues”. A pesar de lo evidente, el autor se empecina en reforzar que se trata de un negrito –no negro a secas como en el caso de “Alacrán”- sino uno más sonriente, más festivo pero que al igual que aquel es “solo un negro”, sin nombre propio. Esto nos hace recordar mucho a “la negra” personaje del cuento “De color modesto” de Julio Ramón Ribeyro, mujer casi inexistente dentro de su centro de labores y de la sociedad, en general, quien jamás es llamada por su nombre, hecho que ahonda su ostracismo social. Los dos personajes de Galliquio también repiten este fenómeno. En la historieta “Perro héroe al rescate”, el acompañante del humanizado cuadrúpedo es llamado por este solo como negro para después ser llamado “mascota” por uno de los potenciales violadores de la chica y la única manera de que adquiera un sustantivo propio es a través de un estereotipado apodo: “Alacrán”

En “Black Man Blues”, si bien el interprete es “El negrito Joe” durante toda su canción el personaje se autodefine como negrito, un negrito que es discriminado por otros: “un día muy contento a una pollería me metí, me botaron a patadas y me dijeron oye ,negro, largo de aquí”. Este personaje también es sucio -en la cuarta viñeta hay moscas revoloteando a su alrededor- y cuando es molestado responde orinándole a las personas, defecándoles directamente-o a su comida-o lanzando flatos. Se reafirma a su vez la pobreza del “negrito”: “La vez pasada mi novia me dejó, me dijo yo te dejo porque con un gringo con plata, me largo yo” y el ideal estético de lo blanco, puesto que no nos explicamos porque el autor llega a señalar que se trata de un gringo. Nótese, además, que se realiza la relación directa entre raza y clase social, léase el gringo con plata frente al negro pobre. Finalmente, Joe logra “vengarse” de Linda, su exnovia, quien luego de diez meses regresa con su hijo (afro) a lo que Joe responde: “Ni pienses que te lo firme porque con dos gringas ahora estoy yo”

Joe canta sobre cómo solucionar sus problemas de forma poco pulcra, rasgo que comparte con “Alacrán” tal como se constata en otra historieta “Ahí viene el cuco” en el cual este último se ve influenciado por la publicidad del desodorante “Rasputín” producto que viene a ser una “solución” para el personaje, pues según sus palabras: “Es el desodorante que estaba esperando, con esto ya no me dirán nunca más “Alacrán”. Luego de comprar el producto al “Chino de Lince”, va en busca de “alguna fémina que caiga rendida al aroma del nuevo desodorante”. Nótese que es con la ayuda de algo externo a “Alacrán” que el mismo va a poder conquistar a alguna mujer en vista de que según la publicidad el desodorante “elimina el mal olor de axilas”, principal característica de “Alacrán”.

Así, “Alacrán” va a la calle en busca de ejecutar las propiedades del desodorante y es abordado por una mujer que le dice que es “justo el hombre que estaba buscando” para invitarlo a su casa. Una vez ahí le dice que estaría en la cocina y que a su señal entre rugiendo como una bestia salvaje, lo cual realiza para constatar que ha sido alquilado, pues luego le da 20 dólares para que su fisonomía, la cual asemeja a un mono, incite a un niño a tomar su sopa, pues a decir del infante es “el cuco más feo que he visto en toda mi corta vida”. La historia termina con “Alacrán” tomando unas cervezas con moscas revoloteando alrededor suyo.

De todo lo señalado podemos constatar que Galliquio reproduce los estereotipos asignados al hombre afroperuano, es decir, alguien sucio, invisibilizado, nombrado por la raza a la que pertenece, poco atractivo, deshumanizado, equiparado a un mono o a alguien domesticable.

El personaje del Negro Alacrán no difiere en nada al del Negro Mama, quizá solo en que el segundo se transmitía por televisión, mientras que el primero en un comic supuestamente “contracultural” y en que el creador del “Negro Alacrán” se considera negro descalificando a quienes lo acusan por ser ”blanquitos”, tal como lo hizo en Cuy TV. Allí increíblemente llegó a señalar que le hubiera gustado que la gente que lo acusa de racista sean negros. El entrevistador, Jesús Cossio, le señala que toca unas notas con respecto al racismo, pero que no es un racismo malicioso ante lo cual el entrevistado contesta que más malicioso es el programa de Carlos Álvarez o el personaje del Negro Mama, que le parece un racismo más exagerado, que al dibujar al Negro Alacrán siempre ha tratado de que salga ganador, que no trata de ir al facilismo y confiesa haber pisado el palito, pero que no trata de usarlo como un recurso deliberado. Finalmente, el entrevistador señala que mucha gente en base a sus historietas supusieron cosas de Galliquio que quien no lo conoce sabe que no es.

A tenor de lo dicho, saquemos de nuestra mente el estereotipo de agresor racial como pueden ser los nazis hacia los judíos o los miembros del KKK contra los que no pertenecen a la raza blanca, para aprehender el racismo peruano y la facilidad para que cualquier nacional pueda trasladarse de discriminado a discriminador en cualquier momento. Lo desolador del caso que nos ocupa es que el racismo es ejercido por parte de alguien que se autodefine como negro para crear un personaje negro que reúne todos los estereotipos asociados a este grupo social-racial. Así, el racismo no se difunde solamente a través de frases directamente ofensivas como las que puede enarbolar un miembro del “White power”, el cual tiene un discurso ideológico; sino el racismo que se da coloquialmente relacionado a una raza determinada. Ejemplos de esto son las siguientes frases: “gringa hueca”, “cholo igualado”, “judío tacaño”, “serrano pezuñento” o “negro cochino”, estereotipos tan dañinos como cualquier discurso de odio.

En el video de Cuy Tv, Jesús Cossio señaló que uno puede suponer muchas cosas respecto de Galliquio porque no lo conocemos. Teníamos esa ligera esperanza, pues pesar de sus personajes racistas, tiene otras historietas muy buenas. Sin embargo, queriendo conocer más de él, revisamos su Facebook y nos con una publicación de mayo de 2015 que decía: “No soy homofóbico, pero está bien que no haya salido la Ley de Unión civil porque hay un cabro que trabaja conmigo y lo detesto como la putamadre” y algunos meses antes, el 20 de agosto de 2014 escribió: “un tipo del norte de la sierra me dijo mientras escuchaba mi disco de Ramones que a mí me gusta oír música para idiotas, bueno, una pena encontrar gente inculta y como cancha en Comas solo le digo que si no le gusta lo que oigo entonces vete a tu tierra y escucha todo el huayno que quieras allá y no jodas, aquí estamos en Lima”.

Luego de constatar lo que piensa consideramos que no hace falta conocerlo para reforzar el título del escrito.


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Pavel Munoz Ayona

Tan pretencioso como tú.